Niña infinita
Anita es una gema de mar.
La inmensidad ingresa por sus talones
como un caballo que repta.
Abre los brazos
-ventanitas delgadas-
y se sube al relincho azul del viento
en su látigo de sal.
Pez buceando en el aire
sin cardumen ni bandada.
Nadie tan infinito
entre el agua y el cielo.
Le sobran ojos de los pies al flequillo.
La espuma la acaricia en braille.
© Claudia Tejeda
Tejeda? usted sabe que me puede no? Hermosísimo poema, con mucha ternura como nos tenés acostumbrados....(Le sobran ojos de los pies al flequillo oh)
ResponderEliminarLily Chavez
toda la ternura cabe en la inmensidad de la tuya propia. pusiste cuerpo y forma al poema terriblemente humano. abracito, claudia. susana zazzetti
ResponderEliminarHermoso, gracias!
ResponderEliminarNadie tan infinito/entre el agua y el cielo... quisiera escribir un verso así! Bello, Claudia!! Fabiana León
ResponderEliminarBellísimo poema como todo lo que he pidido leer de Claudia. Un abrazo.
ResponderEliminarQué maravilla, Clau...!!! Me quedo sin palabras, cuando te leo y con un temblor en todos los sentidos...
ResponderEliminar¿Cómo es que se me pasó esta maravilla? Suerte que lo pusiste aparte. Ud sabe que soy de su club de fan no? Sobran las palabras. Valen los aplausos
ResponderEliminarClaudia, mucho saber y talento son necesarios para escribir un poema tan perfecto e inagotable como el infinito. Un beso. Isabel Llorca Bosco
ResponderEliminarUna caricia tuya siempre, desde la palabra misma. hasta muy pronto!!
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