La roca se mimetiza junto al árbol.
La roca inerte junto al árbol y el acero.
La leña seca ociosa junto al yerbajo.
La iguana oculta
y
a la vista se asolea.
¿Quién la puede mirar si no se fija?
lo más obvio es lo más oculto:
resuma invisibilidad, secreto a voces.
La iguana se mimetiza en la piedra volcánica,
me mira con parsimonia sin perder la compostura;
está cómoda; sus escamas y sus patas expuestas.
La iguana es del color del mundo que la sostiene.
Posee un azul eléctrico y un verde
que son atuendo de lujo.
Lo luce cuando camina bajo el sol
arrastrando su belleza,
pero cuando solo descansa
en el más
transitado paisaje,
para mirar sin ser mirada
y dar rienda suelta a su instinto
vouyerista: se
mimetiza.
Se desnuda del color celeste,
se pone parda como una piedra milenaria
y me ve pasar por su ojo…
por el que queda expuesto.
El otro,
sabrá
Dios qué estará mirando.
© Carmen Amato
Excelente, un gusto llerlo.
ResponderEliminarSaludos
Anahí Duzevich Bezoz
Buen poema, extenso en su concistencia, profundo en su mensaje.
ResponderEliminarjorge pablo moreno.