Desde mi
corazón se pasea la soledad,
solamente
el reloj deshace los silencios
con su
cuerpo de feroz monotonía.
Hacia atrás
marcha la juventud
y enlaza
los niños de mi sangre.
Sobre mis
hombros cae un pesado crepúsculo...
las manos
abiertas
miden los
cuentos del invierno
y el viento
regresa
de un sueño
sin edades.
© Beatriz
Arias
Soberbio poema, inmortal en su hondura y su belleza. Un poema para releerlo y reencontrarse con el.
ResponderEliminarjorge pablo moreno.
muy desde adentro, nace este poema absolutamente delicado. susana zazzetti
ResponderEliminar
ResponderEliminarTierno, sutil y melancólico.
Bello poema.
Abrazo.
Alicia Márquez