para Agustín
Edificó su historia
en el margen de la hoja rayada.
Ellos,
instalados, lo oían a medias
escribían
mi mamá
me ama
el oso
se asoma
ilustraban
y muy bien te felicito
en tinta verde
mientras él pintaba
dragones
escupían
fuego
y princesas osadas
levantaban vuelo en
la escamosa grupa.
Sumidos en su mundo
asentado y lógico
donde por regla general
dos más dos, son cuatro.
© Marta Ortiz
Querida Marta,
ResponderEliminarTu poema tiene imàgenes de gran contundencia, nos remite al arca de la infancia rilkeana. Es en ese /màrgen de la hoja rayada/ donde se gesta todo creador, allí la "poiesis" y esa voluntad de forma a la que aludían los griegos. El poeta genuino es siempre un agente que produce situaciones de cambio, aún cuando ello se produzca de un modo indirecto y tome mucho tiempo. Muy bueno. Gracias por compartirlo.
Cariños
Elisa Dejistani
Marta gracia por permitirnos leerte y bucear en la belleza de tus formas que inevitablemente nos conducen a la mas profunda reflexión...Un abrazo !
ResponderEliminarqué extraordinaria manera de resolver cómo decir esa distancia que se instaura con los hijos que van creciendo y son tan distintos...sólo eso que "dos y dos son cuatro"¿no?y aquellas princesas osadas, y aquel dragón fogoso...pero dos y dos son cuatro.
ResponderEliminarFelicitaciones, Marta.
Muy buen poema!!!, como siempre, Marta, tan precisa en tu poesía.
ResponderEliminarSaludos,
Mariana Vacs
Querida Marta: en tu poema brilla la sensibilidad del que dibuja en "el margen" mientras los que solamente creen en el dos más dos lo observan, indiferentes al que dibuja dragones y princesas. Así son los seres que tienen como particularidad la luz del corazón y que nos brindan, con total inocencia, la sabiduría de su ternura. Hermosísimo poema Irene Marks
ResponderEliminarGracias Gustavo, por la acertada elección de la imagen.
ResponderEliminarGracias Elisa Dejistani, tu mirada convierte al poema en metáfora de la creación o poiesis.
Gracias Graciela Perosio e Irene Marks, que refieren el quid que motivó la escritura, y a Mariana Vacs, por leer y dejar huella.
Marta Ortiz
Gracias Mariel Monente, encontraste la reflexión en el corazón del poema. Abrazo, Marta
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