Sentadas en la vereda
las ancianas miran el vacío
en la ventosa tarde de octubre,
una mujer las vigila, no irán
a
ninguna parte,
solo observan, aguardan que
transcurran las horas
para ir a dormir, quizás a soñar
con días
pasados,
la piel seca , los ojos hundidos
y unas ojeras delatando la soledad
que corroe el interior,
no hay nadie, solo queda la calle
llena de ruidos
que de tanto rugir se convierten en silencio
© María Elena Tolosa
Este bello poema nos invita a su sosiego y su reposo. Nos sienta en el milagro de los días y nos hace cómplice de sus versos. Felicidades.
ResponderEliminarjorge pablo moreno.
ay, maría elena, cuánta profundidad sincera para definir una época de cada vida donde el silencio, el los casos. sabés cuánto me puede este poema! mañana en la reunión te doy doble abrazo. muy bella la ilustración.susana zazzetti.
ResponderEliminarme fui por tus imágenes a la edad de ese silencio.
ResponderEliminarHermoso María Elena.
abrazos
claudia
ResponderEliminarEse final es muy bueno, esos dos últimos versos me desbarrancaron.
Lily Chavez
Bello, poema, María Elena! Hermoso, como vos!! Fabiana
ResponderEliminarEs conmovedor, muestra la dureza de una parte de la sociedad y contrasta con la inefable ternura de los personajes, tan reales, tan claros. Sólo puedo agregar que admiro a la persona que sabe decirlo de esa manera.
ResponderEliminarUn abrazo
Betty
La transmutación de la vida y la voz implacable del silencio unido a la indiferencia, cuando llega el final del ciclo. Muy bello María Elena. Un abrazo.
ResponderEliminarElisa Dejistani
Una maravillosa muestra de arte, poder
ResponderEliminarpintar la soledad, la nostalgia y el silencio con un acabado sentido de equilibrio
Muy buen poema Maria Elena
Ignacio