7/10/14

Poema de Mariel Monente



Dragón

El dragón vive en la espalda
adherido a la columna
sus alas abrazan las costillas
su cola se enrosca entre las piernas

Escamas rojas, sí

El problema es su aliento
                       soplado hacia adentro
La llama carcome los órganos vitales
los vuelve ceniza
los redime
justifica el pulso y el espasmo

A veces duerme
extremidades abiertas
y el vientre expuesto al agua.
Entonces, hay lugar para el vino y para las menudas contiendas.
Transcurren los relojes
el tiempo se derrite
se mece
como un niño en el regazo

Algo lo despierta
voces de antaño o palabras saladas

la historia late serpiente, late medusa
y rabian escamas erectas
El flagelo de su boca se endereza,
combustiona
en piedra azucarada
en hierbabuena

es una ese la médula
es un cordón agitado, un látigo hostil que se enrosca

Piedad
para su fuego blanco
piedad
en las arenas.


© Mariel Monente

6 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Hola Mariel: este dragón tuyo que vive en épocas de serpiente ha logrado conmoverme, de manera que termino estando de acuerdo con esos magníficos versos "Piedad para su fuego blanco". Sí, el dragón, ese ser mitológico cuyos ideales magníficos no hallan asidero en lo prosaico, ese Quijote con escamas. Un hermoso poema Irene Marks

10 de octubre de 2014, 8:27  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Buenísimo Mariel, un beso, Dolores Pombo

11 de octubre de 2014, 3:47  
Blogger Teresa Gerez ha dicho...

Bellísimo poema con vivas imágenes donde "late" el dragón.

11 de octubre de 2014, 13:18  
Anonymous Anónimo ha dicho...



Dragón terrible para el que una poeta ¡por supuesto! pide piedad.
Me encantó.

Un abrazo,

Alicia Márquez

11 de octubre de 2014, 20:25  
Blogger mariel monente ha dicho...

gracias por sus comentarios, más piadosos que su fuego...;)

20 de octubre de 2014, 12:01  
Blogger Marta Ortiz ha dicho...

comparto las palabras de Irene Marks, el dragón, ese quijote con escamas... con todo su ser ígneo equilibrando incendios, como puede, animal mitológico pero tan actual adherido a la espina dorsal de la memoria. Hermoso poema. Un abrazo, Mariel,
de Marta Ortiz

22 de octubre de 2014, 10:08  

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