Abrazo de fuego,
ángel fatigado.
Charcos de fiebre,
sudario sin alas.
Siempre pobres,
siempre nadies
Siempre,
soledad.
Siempre dormidos
en esta ciudad-telaraña.
Limosna-estiércol.
Tan sólo los harapos de unos sueños
en las ráfagas de las vías.
Pero dentro de esos grandes ojos negros
la esperanza. Sin verbos.
© Teresa Gerez
ResponderEliminarDolorosamente bello.
Un abrazo,
Alicia Márquez
Qué bueno Tere; me encantö, Besos. Sonia Del Papa Ferraro
ResponderEliminarHola Teresa: una realidad sin horizontes("sudario sin alas")determinada por el egoísmo del capital ("siempre pobres, siempre nadies") y esa pequeña chispa("dentro de esos grandes ojos negros la esperanza"). Un poema necesario, expresivo y que pone el dedo en la llaga. Logradísimo Irene Marks
ResponderEliminaranónimos de todos. ¿ podrá alguna vez nuestra palabra, además de hacer lo que podemos? muy intenso, bello en el dolor. susana zazzetti.
ResponderEliminarMuy buen poema Tere! Vas con intensidad delineando imágenes fuertes que duelen pero son bellas. Abrazo.
ResponderEliminarCecilia Ortiz