Habita en tus ojos
un cierto sonido de calandrias.
Y dime: ¿Cómo se sobrevive a uno mismo?.
¿Cómo reincidir en tus noches de amorfos metales?.
¿Cómo reclamar los días consumidos,
malgastados con divisas de sombra?.
¿Y si fue tu sed, una ufana galaxia
que ardió en la música visceral de la tarde?.
¿Y si fue la lábil lluvia de Septiembre,
un espasmo de mar crujiendo en los visillos?.
Cantaré tu lujuria con soberbia de bestia
mineral; de epitafio y de ánfora,
de exquisito desgarro.
Cantaré tu pelo enmarañado en océanos de cicuta.
Pero no volveré a ser fiebre de tu vientre:
espada blanca de genocidios de vidrio;
oropeles proscritos,
sangriento equinoccio,
nervadura en siglos de agua:
arrogancia del fuego
escrita en la piel de la palabra.
Habita en tus ojos
un cierto sonido de calandrias…
Y en la residencia azul de mi dolor:
devoro con sagrada paciencia
los últimos restos de tu paisaje.
© Jorge Moreno De Los Santos
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