REVERENCIA DE LA LUNA EN ESCAPADA
“Cometían el error fatal de considerar al
tiempo como si no existiera. Un año era igual que el siguiente, finalmente todo
llegaría.”
PAUL BOWLES (“El cielo protector o Un
refugio para el amor”.)
Un temblor
un temblor como un presagio,
dispara flechas rojas en los anaqueles
del viento
y tu rostro se reproduce con el vértigo
de las tormentas de arena
en el colapso de un sol horizontal,
la síntesis del encuentro en el desierto
de la piel.
Y de pronto nos sentimos tan pequeños en
la pluralidad del mundo.
Un refugio de libros como ancianos sabios
nos ofrece el amparo
mientras tenemos la urgente necesidad de
retribuirles cuidado
y protegerlos del frío, del polvo, de la
indiferencia
y de la rapidez de la destrucción.
Tu rostro señala la dirección de la
tarde,
la siesta repiquetea en martillos
cóncavos
y el viento sopla apenas, caliente,
trayendo el olor de los establos.
Y te confundo,
Sobre mi cuerpo abierto a la prisa
un centauro inquieta los corceles del
deseo
precipitándose en las manos, en la
intensidad del placer,
como viendo nacer una tormenta desde el
corazón,
desde su nudo,
desde su oscuridad.
Entonces la tensión del cielo se desploma
sobre nosotros
nos envuelve,
nos junta en la trémula mirada de la
estatua
nos sigue por el parque en el horario de
la misa vespertina
nos continúa en la trama de la lluvia
donde un delicado equilibrio es expuesto
a otro temblor
en la iniciación.
Ocurre que hay refugios, telones caídos
que arrullan la noche con la luna en
escapada,
un territorio tallado en la calma del
después.
Y de pronto nos sentimos tan pequeños en
la pluralidad del mundo.
Porque de todas las imágenes del dolor
hay una que exilia la luz en una versión
despoblada y amarillenta
donde solo quedan restos,
cenizas como palabras en la
reconstrucción.
Y nos preguntamos ¿qué ha pasado con la
alegría?
¿Es el canto de un cisne un recuerdo que
pudo haberse escabullido?
o tal vez roto en las cuerdas de un
columpio
como
las cuentas de un mágico collar
rodando desprevenidas
y se ha depositado en los ojos vacíos de
las gentes
como una gravitación de la humedad,
como furia detenida en las piedras huecas
de la aridez?
Entonces yo necesito pensar en tus
labios,
en lo que haría con ellos,
en cómo saltaría para besar el arco de
tus cejas
en cómo sería mirarte tan de cerca.
Y aparecen los remansos de los
atardeceres
igualando sus imágenes
a mi cuerpo
abierto,distendido en pétalos de jazmines
blancos.
No podemos desandar los senderos del
fuego.
Nos hemos perdido, vagabundos, en un
cielo de tardes con niebla.
Nos hemos atrevido a desnudar los pájaros
violetas
que soñaban en la timidez de los
pliegues,
nos hemos dedicado a la frágil nostalgia
a la introversión urgente de un dolor
inconfesable.
Tu cuerpo como una magnífica paleta
va arrojando sus colores a mi cuerpo
y como serpientes embriagadas reptan las
lenguas
en la insaciable sed del recorrido,
y los árboles actúan con la emergencia de
sus brotes
y el cielo es tan azul.
Parece que alcanzamos los sones de una
magia
y celebramos sus dones
intensificamos la pausa
cambiando los equilibrios en las doradas
basílicas de la pasión
y sin embargo dejamos hacer
atravesamos la sucesión de los hechos,
contamos las horas en los aromas de un
día,
ejercemos la calma con palabras que son
huecos en las rocas
y luego, espuma.
Deshacemos la trama de la ilusión
y en sus calles rotas imaginamos los
surcos de la esperanza
en canales con vestigios de brumas.
El pasado es una mancha en el riesgo del
horizonte.
Pacto, conjuro, olvido
o cruce de orillas.
Y ya es imposible la piedad de la
voluntad.
Nos vemos surgir en un teatro de seres
frágiles
que se alza ante los ojos desmemoriados
como el encendido de pequeñas velas
titubeantes en la oscuridad,
persistiendo en los candiles del
silencio,
perdiendo las cartas del tedio,
o desplegando los acordes de la
repetición
como actos desorbitados por la fuerza de
un canto
que se reanuda, que clama, que insiste
y que no es la sombra del dolor
quizás sea su ausencia.
Y nos sentimos tan pequeños en la
pluralidad del mundo.
Entonces el rescate de ese tenaz indagar
toma la forma de un pensamiento amigable
o de tu boca recorriendo mi cuerpo
o de la orfandad que tienen tus labios.
Aún hay audaces rincones que nos albergan
excitaciones del vacío ,
donde la simetría del tiempo se ha roto
y ahí estamos
cobijándonos de la lluvia
que insiste,
como algo que nace todavía bajo un cielo
protector.
© Marizel Estonllo
"cómo sería mirarte tan de cerca" y el rescate de lo vivido, amorosamente. Abrazo, amorariana.
ResponderEliminar