SONETO DEL HUMILLADO
Desdén,
diaria fatiga, el vituperio
de
acatar una voz porque se eleva;
rendir
la endeble espalda en que se prueba
el
tenso látigo de cada imperio.
Como
si nada. Como si el criterio
que
recluta a los siervos de la gleba
fuese
divino. Ya no me subleva
ni
el silencio de Dios, el gran misterio.
Quien
me demanda cuenta con su ofrenda:
Dios
son los otros, hasta nuevo aviso;
les
basta el apetito o el alarde.
Yo,
desconozco aún lo que preciso:
si
olvidar, no olvidar, que Alguien comprenda,
o
sentir que mi llama también arde.
©
Mariano Shifman
Soneto profundo, áspero y existencial. Un soneto reflexivo y ácido que confluye en su misterio. Felicidades.
ResponderEliminarJORGE PABLO MORENO.
Un poema... un soneto... un estilo.
ResponderEliminarabrazo poeta.
Cynthia Rascovsky
Bueno y profundamente filosófico Gracias
ResponderEliminardurísimo tema, la humillación al límite de su propia posibilidad: "Ya no me subleva ni el silencio de Dios"...muy bueno, Mariano!
ResponderEliminarMarta Ortiz
Muy bueno tu soneto, Mariano. Un reclamo de justicia, un llamado a Alguien, la soledad del desamparo.
ResponderEliminarUn abrazo ,
Amalia M. Abaria
Un juego entre el soneto y la palabra y un significado profundo
ResponderEliminarBello soneto