EL EVANGELIO TURBIO
DE VIRGO
h.)
Toco las incontables heridas de mi carne
anémica y subterránea
una a una, no para ver si se mueven al verme;
o si duelen, sino para sentir que todavía están ahí
porque hace mucho tiempo
que no me dicen nada...
Como todos nosotros, este dolor de andar
también se agota de tanto que lo insultas y aborreces,
incluso, decide alguna vez dejarnos
para que otro dolor venga
o mejor aún; se va a vivir con otro...
Yo sé en que rincón llagado de mi estómago ha dormido
en qué lugar de mis vértebras
se ha comido las células huidizas de mi sangre
en que aciago grito de mis testículos y mis rodillas
se ha quejado de su propio dolor de lastimarnos
sé hasta dónde se ha marchitado sin querer
como esa flor que en el pequeño ataúd de nuestros hijos
olvidamos...
Yo soy como todos ustedes la prueba viviente
de esa verdad y esa simbiosis: el dolor aún sigue
estando ahí
pero a fuerza de negarlo aprendió a vivir conmigo...
Hoy no quiere nada más de mí: ya no se queja,
ya no se siente así mismo
ya todo se lo di; ya no me duele...
© ALVARO BALTAZAR CHANONA YZA.
Foto enviada por el autor
Que oscura travesía por el dolor. Un poema hosco, sobrio y envolvente que en su final lo define todo.
ResponderEliminarJORGE PABLO MORENO.
Que poema tan doloroso, y me gusta esa reflexion final que de tanto doler el dolor deja de sentirse.
ResponderEliminarUn abrazo.
Carmen Amato
Cuanto dolor Alvaro.... muy buen poema. Saludos Sonia Del Papa Ferraro
ResponderEliminarPoema precioso en su expresión elevada y personal del dolor. Todas sus imágenes son estremecedoras y golpean al lector con la fuerza de la realidad. Despertás una solidaridad afectiva en quien lee, que siente en el cuerpo el impacto de tu palabra. Excelente y terrible. Un abrazo. Adriana Maggio
ResponderEliminarSiempre mucho de nosotros es parte del poema pero también incumbe a otros, arrastra realidades y verdades. Muy buena la parte final, conclusión valorable y beneficiosa.
ResponderEliminarLily Chavez
Alvaro logrado y doloroso poema. Bravo.
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