Aún veo
temblar los escalpes humeantes
de todos
mis hermanos israelitas
en el
crematorio helado de los nazis.
Los
clavos y los tres maderos que sostienen
el
abrazo fatal de un carpintero
que no
quería ser rabí.
En la
pantalla de plasma el estrecho bigote
de un nuevo dictador
la
insoportable huella de un oso carnicero
hundirse
sobre la nieve resignada de Siria,
Auschwitz
y Terblinca.
Los
nietos hermosos de Palestina
inmolarse
como pájaros de fósforo azul
junto a
los gritos ensordecedores
de una
ambulancia o un mortero...
Mientras
escucho un shofar
llorar
sin descanso: el corazón de María
en los
suburbios de Getsemaní
en cuyos
muros pretéritos
no ha
dejado de orinar piedras y sangre
ese
viejo gorila llamado
Herodes
El Grande...
El solo
hecho de mirar me hace culpable
ser
parte de esto es mi castigo...
© ALVARO
BALTAZAR CHANONA YZA.
Foto enviada por el autor
Foto enviada por el autor
Tremendo. Los dos versos finales, -¿cómo no sentir eso?- me parecen luminosos en medio del dolor. Un abrazo.
ResponderEliminarY cuántas atrocidades más deberá soportar la humanidad hasta que el "hombre cambie su cabeza! ?
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ResponderEliminarELENA CABREJAS dijo:
!!Que poema fuerte, Alvaro!!!, que nos hace recordar tantas injusticias contra el pueblo judío y también acà en el tirmpo de la dictadura. Está muy bien expresado, el dolor y la bronca. Te felicito y envío un beso
Elena
4 de abril de 2014, 20:2O