(Argentina
2001)
Las piernas zigzaguean,
la vista cae a plomo.
Un precipicio
de 10cm o 4000m
da lo mismo,
abismal y cotidiano seduce
inapelable, quiere volver
lo humano a sus simientes,
casi… lo logra.
Los pies desaparecen,
las piernas se desploman.
Algún instinto de conservación
hace pies de las rodillas
y de las manos...
De las manos, garras.
Así, se arrastra
y llega al otro día.
Pasa.
© Mónica Fazzini
Muy bueno, me movió el piso.
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ResponderEliminarMe agarré de la mesa para leerlo.
¡Buenísimo!
Un abrazo,
Alicia Márquez
Sólo el lenguaje poético puede traducir el vértigo de esos tiempos. Muy bueno. Un abrazo. Adriana Maggio
ResponderEliminarTrastabillar no es caer , eso nos insinúas en tu bello poema el ser humano siempre halla el equilibrio dentro de la palabra
ResponderEliminarmaria elena tolosa
Que impactante descripción Mónica, te felicito!
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