8/1/14

Poema de Francisco José Malvárez


DEVENGO 

   devengo acá, a la tabla de arcilla fresca
a la blanca tabla de mi cuaderno
donde todo el universo está escrito
a quitar ese finísimo polvo que por encima la cubre
para ir develando los misterios más misteriosos
de una exquisita experiencia humana, la que siente y vive
que a medida que paso la punta de la pluma, que corre el polvo
van quedando al descubierto signos, palabras, en intensa tinta negra
que puedo leer con cierto frenesí
como aquel moisés en el monte sinaí leyó
los diez mandamientos sobre sus tablas de arcilla fresca
calentitos aún, como recién horneados
por la gracia divina del dios en que creyó y le confió

   devengo acá, después de sortear
de pasar cientos de avatares cotidianos, miles quizás
entre dolores o alegrías
de encuentros maravillosos o no tan santos
de haber visto imágenes inimaginables o invisibles, también
de haber soñado hasta los sueños más prohibidos o angelicales
de amar en amores agachados con hidalguía
de arrastrar mi cuerpo con sus mal humores, maltrecho
de extrañar y haber compartido y amarla

   devengo acá a darme cuenta
mientras quito el polvo, el polvo finísimo
y leo lo que leo en la tabla, ya de barro, lo que de mi tiene escrito
que quizás vos ya lo hayas leído o lo estés leyendo
y acierto al pensar que nada es azar, sino un designio
que a rajatabla se ha ido y va cumpliendo
en esto intenso, a lo mejor inexorable, de sentirme vivo 
y pareciere que soy yo quién escribe
pero no, sólo quito polvo, nada más


© Francisco José Malvárez

7 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

impresionante este devengo. esta honda sinceridad de este balance tan poético como humanísimo. me gustó mucho la alusión bíblica. va un abracito. susana zazzetti.

8 de enero de 2014, 16:24  
Anonymous MILAGROS RODRÍGUEZ ha dicho...

Un balance intenso como la vida misma, como en un palimsesto.

8 de enero de 2014, 20:46  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Yo diría que nada nuevo hay bajo el sol , solo desempolvamos nuestras actitudes y seguimos pensando que somos obra del creador, realmente es así

maria elena tolosa

9 de enero de 2014, 18:17  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Desempolvar la tabla para descubrir que seguimos vivos,,, ¡Toda una sublime aventura, Francisco! Un examen final muy emotivo y en una factura perfecta.
Aplausos, bises y besos
María Rosa León

10 de enero de 2014, 14:43  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Cuánto para decir. Cómo siempre triturando las palabras, creando ecos que se repiten hacia el infinito. Tanto!
Besos Francisco

Lily Chavez

10 de enero de 2014, 21:13  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Hola Francisco: tu poema es una magnífica metáfora sobre el oficio de escribir. Esa idea del descubrimiento al que se llega después de una larga travesía, como un arqueólogo, o quien recibe, como Moisés, un legado, nos lega el misterio subrayado en el hecho de "quitar el polvo" o "paso la pluma sobre el finísimo polvo que lo cubre".Un maravilloso poema, que captura el instante de la creación, del silencio en que el expedicionario, luego de atravesar largos caminos, des-cubre con paciencia los signos escritos en piedra, en barro.Acierto también el de incluir al lector como otro buscador("que quizás vos ya lo hayas leído") haciendo de este poema una voz universal. Como ves, lo disfruté mucho Irene Marks

11 de enero de 2014, 8:42  
Blogger Isabel ha dicho...

Muy buen poema. Todo está escrito ya hasta lo que escribís. No hay azar. Tu tabla, tu piedra, tu página cubierta de polvo pareciera algo sagrado. Un hombre que ha vivido se asombra de poder revelar lo que está escrito, lo que presiente su corazón. Esa, poeta es tu vanidad y tu humildad. Todos tenemos las dos cosas.Saludos Isabel Llorca Bosco

10 de febrero de 2014, 21:28  

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