14/8/13

Poema de Graciela Perosio




Sin que nadie lo note, en la oscuridad
de la tibia noche de noviembre,
está sentado sobre un pequeño muro de piedra.
Casi las once y los jazmines
envuelven la esquina
de Aviador Pluschow y Aviador Rholand
en ciudad Jardín del Palomar.
Corre el año 1970.
Está solo y no, porque este poema
también existe, aunque aún no lo sabe.
Las estrellas y el aire nocturno danzan
con música de Mozart
que viene del jardín de una casa
cuyos habitantes cenan
sentados en el césped.
La brisa también trae, de a ratos,
oleadas de retama
que es como decir luz.
Permanece inmóvil a pesar
de que lo esperan.
Debió haber llegado ya
de la Facultad de Arquitectura
donde estudia.
Pero la maravilla lo sorprendió
y lo tiene detenido.
El, que desea volar
como lo máximo en el mundo,
permanece quieto en esa esquina de alas.
Quieto y suspenso hasta ser aire.
Entonces empezó a comprender.
Amó la tierra
y construyó casas.


© Graciela Perosio

Etiquetas:

5 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Sorprendente y a la vez calmo poema, lleno de remembranzas y sutilezas. Felicitaciones.

Claudio Simiz

15 de agosto de 2013, 11:35  
Blogger Rita Kratsman ha dicho...

Muy buen poema Graciela, me sorprende cada vez que lo leo o lo escucho leido por vos.

Un abrazo

Rita

18 de agosto de 2013, 8:33  
Anonymous betty badaui ha dicho...

Un placer esta lectura.
Abrazos
Betty

19 de agosto de 2013, 2:15  
Anonymous jennie ha dicho...

Este poema también brilla e ilumina, aunque no lo sabe!!!!
Va mi aplauso y mis felicitaciones.
Besos.

22 de agosto de 2013, 22:51  
Anonymous Anónimo ha dicho...

muy bueno Graciela, vos sabés que yo tengo parientes en Ciudad Jardín, cariños!!!
AnaMariaManno

31 de agosto de 2013, 14:39  

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio