Por la mañana
sin ángeles ni demonios se desviste
deja caer el aura sobre un espacio sin ternura
escucha sonidos de aves
murmullos de unicornios
el palpitar de la retama.
Veintenas de soles
giran una y otra vez hasta formar un círculo
se engarzan al universo multicolor del cuello.
Piensa en octubre
y en los muertos que esperan la fiesta de
noviembre.
Nada ha cambiado en el punto de partida
los monolitos marcan caminos sin retorno.
Sigue entre cuatro extremos puntiagudos
sostiene aromas derruidas
grafos que sobreviven la tormenta.
Sin esquivar el aliento de la sierra
enlaza dos letras en la roca.
No importa el olvido que enturbió la risa
ni el pesado fardo de los años.
Es extraña la lluvia cuando comienza el día
acostumbrada está
al trueno y al rayo de la tarde
al obscuro látigo que golpea en septiembre.
Es un cansado trofeo sobre la cama
e inexorable se apaga sobre la escama fría.
© Roberto Reséndiz Carmona
Qué paseo en un poema!!
ResponderEliminarDesde todos los costados.
Bravo!!
un cariño
Esos muertos que esperan... Conmovdora visión, amigo. PAOLANTONIO
ResponderEliminarAterra esa imagen de la muerte, el paseo tenaz por las sensaciones que provoca la desazón.
ResponderEliminarviva la modernidad, este poema celbra esa manera de ser radicalmente modernos.
W.M.