VASO DE NIEBLA
a la memoria de Jorge Fernández Gil
El vaso herido duele en la memoria:
hace jirones la piel,
la esquina,
la calle conocida y los árboles.
Los huesos buscan el refugio de la mesa junto a la pared
y lo que queda de mí, la calma.
El espejo del vaso tiembla frente a la cercanía de la mano.
Después las voces y los ecos de las voces
y la mesa y la niebla
despiertan sueños velados al borde del pozo.
Ahora no es una puntada seca en el costado izquierdo del saco:
son los dedos punzantes del sol,
el sonido de los pliegues de la noche,
la cuerda de los relojes limando el tiempo.
Y el vaso vuelve a llenarse.
El vaso, el pozo, las voces, eco ylos demás sonidos son, sin duda, el dolor de un poeta grande. El último verso me recuerda a Góngora: "las horas que royendo van los días, los días que royendo van los años". Para alabarte sostengo esta semejanza y destaco tu "lima" que usás sin que se note para conseguir el poema perfecto.Un abrazo Isabel Llorca Bosco
ResponderEliminarTu poema a Jorge Fernández Gil es el canto, el recuerdo imborrable, el dolor, el sentir al Poeta y al Amigo y hacerlo... sentir. Excelente, Miguel. Abrazo grande! Cecilia Glanzmann
ResponderEliminarMiguel,como siempre me quedo con parte del poema o el todo para saborear por un largo rato. Asi es lo tuyo, llega y se instala.
ResponderEliminarUn abrazo
Lily Chavez
cabe toda la emoción posible, y cuando ésto sucede es que es muy grande el poema y el poeta. un abrazo. susana zazzetti.
ResponderEliminarImpecable.
ResponderEliminarUn saludo
Lo que queda es la calma, después del vaso, el pozo, la mano.Rescato las voces y sus ecos...hermoso! abrazos
ResponderEliminarRosa Lía
ResponderEliminarComo siempre, Miguel, es un verdadero placer leerte.
Un abrazo,
Alicia Márquez
Este poema se dice el mismo: es un sueño velado al borde del vaso. tiene en su tejido la audacia de lo inusual
ResponderEliminarMuy bien
W.M.