Poema de María Ángeles Pérez López
Por las mañanas
marcho a cazar el bisonte,
me cubro con la
piel primera de mi mundo,
las flechas son del
hombre que acompaña
su sueño y lo
acompasa con el mío,
él marcha por su
lado y su vereda
para escribir su
parte de la historia.
En la mía estoy
sola como siempre,
oliendo el miedo
atroz y ese reguero
de huellas que
conducen al combate.
Esas otras mujeres
no cazaban
–las que miran desde antes y sonríen–,
alentaban el fuego
y su videncia
ocultas en la
sombra de su vientre,
maternas y
cubiertas de maíz.
Pero ahora los
tiempos son distintos,
la tribu no conoce
la memoria,
he aprendido las
marcas del venablo
y entonces hago mío
el sufrimiento
de atrapar, de
arrojar al animal
hasta su muerte
escrita desde siempre
y llevarlo
arrastrando, desollada,
también yo
desteñida de su sangre.
Cuando vuelvo a la
tarde me siento a llorar
porque advertí que
el miedo es infinito,
y traigo roturadas
sobre el rostro
las mías, las
heridas de la lucha.
Soy responsable
entonces de un pedazo
inmenso del dolor
de la contienda,
de que cumplan su
plazo algunas leyes
como la universal
ferocidad,
de un trozo de la
carne y de la lágrima
con que el bisonte sirve mi sustento.
© María Ángeles Pérez López
6 comentarios:
Poema de fuerte tono dramático que resalta el origen de la especie y su esforzado lugar en la supervivencia humana
Tu poema es terrible, tiene una belleza cruel, que a la vez despierta piedad. El remate es excelente: "la lágrima con que el bisonte sirve mi sustento". Muy bueno. Un abrazo. Adriana Maggio
Un poema cruel , tierno llamando a una realidad que se nos escapa de las manos
maria elena tolosa
La realidad de vivir el día a día. Enfrentar, ver, dejar pasar, pero... todo suma y contamina. Hasta que uno acepta que es la vida.
Gran poema!!
Un abrazo!1
Este poema tiene la virtud de propner una idea mìtica como explicaciòn de la soledad ese bisonte ajeno que nos deja morir sin siquiera atacarnos, acaso porque hay otras marcas màs azarosas y crueles: las que nos dejan los desencuentros.
W.M.
HERMOSO POEMA. El yo podrá llamarse Diana como la revista de perros de caza. Cuenta la historia que nadie valorará. El miedo hace temblar su piel de animal amigo del hombre, pero este "pedazo de dolor" (magnífica frase no va a quedar sino la hazaña del cazador4 humano.
Un abrazo
Isabel Llorca Bosco
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