habla a menudo
con el árbol en su ventana.
Está enfermo y contagia
a las plantas del balcón.
El tronco ahuecado
sostiene, malamente, ramas
de treinta, cuarenta metros,
pero, en verano,
se espesa de hojas
un poco ocres y frágiles
por la plaga.
Nadie imagina qué
le dice pero sospechan.
Como Frost, ella
deja abierta la ventana
aún en las noches más frías
para escuchar
los gemidos
del paciente.
© Graciela Perosio
Excelente poema, gracias!
ResponderEliminarExcelente poema, Graciela. Qué bueno inspirarse en Frost!
ResponderEliminarMuy bello este poema, que logra transmitir una atmósfera sutil entre el alma de Frost y el árbol que amaba.
ResponderEliminarFelicitaciones!
Amalia M. Abaria
Delicado, encantador. Disfruté de su lectura. Un abrazo. Adriana Maggio
ResponderEliminarQué lindo y bueno reencontrarte por aqui en el Blog Graciela!
ResponderEliminarTu poesía nos hace crecer, da un mirada y un clima tan tuyos, me encanta leerte,
Abrazo
María Montserrat Bertrán
que estimulante la evoción de Frost, uyo lo leì en la traducción presente en Hojas de Tota, de enrique Uribe White, se la recomiendo.
ResponderEliminarW.M.
Bellísimo, una delicadeza, qué bueno traer a Frost!! aplaudo este poema!!!!!Abrazo, María Chapp
ResponderEliminarBrillante poema!!
ResponderEliminarUn abrazo
Confesando que a Frost lo tengo fragmentaria y discontinuadamente leído, que es más una marca de prestigio cultural que una experiencia mía de lector, afirmaré con énfasis, querida Graciela, que tu poema me emociona.
ResponderEliminarRolando
www.about.me/rrevagliatti
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