UNO
En fin,
uno es el mismo
que aquél a quien condena
o margina
o soporta
o escarnece.
Somos parte de un único elemento,
de una arcilla agrupada por la misma
vital alfarería constelada;
uno es esta extensión irreductible,
este sitio perenne
donde apoya la historia
su eruptiva cabeza de planeta
para soñar el tiempo
y otras
muertes.
Uno es todo el silencio
y es todo el testimonio
y es todo el veredicto
y es la causa
y es la duda que enciende.
Pudo ser, por ejemplo, el comerciante
que educó su balanza gramo a gramo
-hasta llegar al peso de la culpa-
con empeño de orfebre.
Pudo ser el obispo
apretado en sus múltiples sayales
como una gran cebolla
sacramental
y blanda
y
permanente,
el que llena su boca armagedónica
de exorcismos y preces
mientras que,
más allá de los atrios catedrales,
caen al sesgo los látigos del hambre
y el dolor se derrama
en incendiadas lágrimas de aceite.
y Pudo –cómo no- ser el político
que disciplina verbos combativos
para ganar un puesto en el escándalo,
ése, sí, que nos miente.
Uno es uno y el llanto que subsidia,
la propia geología y la del otro;
uno es uno
total y unificado
y es también la vergüenza que promueve
y es la gota de amor que sobrevive
y el punto genital del desamparo
y el niño que no tiene…
Si aquél a quien condena
¿lo ha
notado?
cuando pide perdón
se le parece.
© Ariel Giacardi
Ariel, te felicito por el poema, excelente! gracias
ResponderEliminarMe encantó tu poema, Ariel, por su ritmo, su significado, sus imágenes originales y muy poéticas. Un excelente llamado de atención para hacer silencio cuando nos tienta pontificar o sentenciar. Un abrazo. Adriana Maggio
ResponderEliminarMe seduce esa idea presente en "la arcilla agripada". si, conmo en los versos de inglès sublime, No preuntes por quien doblan las campanas doblan por ti.
ResponderEliminarW.M
me pongo de pié para leerte.
ResponderEliminarfelicitaciones Ariel!!
Un cariño desde Rosario