Poema de Milagros Rodríguez
No es que la puerta
se resista a ser cerrada
contrariamente
acepta, la caricia que la empuja hasta el “clic”
Y ahí queda con sus bordes radiantes y sus muertos finitos…como cintas
enredando las organzas en la floración del viento
Y ahí comienzan los rituales de resurrección:
El poema, que quiere ser confortado y espera
de otras voces para disipar la niebla
para borrar las cosas lastimadas
Los cuartos vacíos, que habrá que llenar de amores prolijos
para trazar rayas de luz sobre los días terribles
Y la quietud de la casa
que detrás de la
puerta, dibuja esa senda interior
inasible y eterna
El paso elástico que
alarga el tiempo
¡Y tantas cicatrices
escondidas!
La voz del hombre que
sobre la carne hambrienta
desnuda el cuerpo
pero ignora el alma
y olvidar… olvidar
Las ideas crecen,
germinan lentamente
alguien sueña la palabra resplandor
Y el corazón, se ha
inundado con la luz de esa palabra
© Milagros Rodríguez
8 comentarios:
ignorar el alma, y su gravedad, y cuando nos pasa, milagros, por suerte queda el resplandor. muy de pie, tu poema. susana zazzetti.
Gracias por tanto!!
Soñar las palabras es privilegio de poetas de tu talla, Milagros.
Aplausos, bises y besos
María Rosa León
Estupendo poema. "germinan lentamente" en la quietud y van iluminando nuestra mente, nuestra alma, el lugar que se conmueve con lo bello. Un beso, Milagros. Isabel Llorca Bosco
Ah, Milagros, qué bellísimo poema. Hay que llenar los cuartos vacíos con amor prolijo, sí. O desprolijo. Pero amor.
Me alegró el alma.
Un abrazo grande,
Alicia Márquez
Sí Milagros la quietud de la casa detrás de la puerta siempre me ha intrigado y me conmueve, sólo la puerta sabe si los muebles hablan entre ellos, si algún florero se dispersa o si la alfombra se desfleca en el silencio cantado del objeto.
Gracias por tu comentario Michou
Milagros,...hay tantas cicatrices escondidas en el alma-casa y tantos resplandores germinando en la quietud del amor, hermosísimo poema,besote, María Chapp
El final es verdaderamente luminoso
y todo el poema es un viaje embriagador por los espacios de la casa, que hay que llenar de prolijos amores. Mientras la esperanza cambia de lugar, para siempre renacer
Gracias por este poema Milagros
Ignacio
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