Poema de Daniel Arias

Agosto es gris como un escenario vacío, su silencio miente.
Mienten las hojas sueltas y secas empujadas por el viento,
miente la ciudad con tantas puertas que solo hablan  con cerrojos,
mienten sus palacios vivientes de paredes carcomidas y flojas
porque en ellos agoniza la putrefacción y gotea,
engaña el acero endurecido porque en el se deposita polvo,
es adúltera la ciudad donde lo más grande es una pérdida
y el amor un estuche susurrante posado sobre su sombra,
larga noche, el agua y el consuelo se deslizan en ella
como un ciego vacilante por caminos ignorados.

Agosto tiene un sol gris que lame la corteza del invierno,
con una larga hilera de árboles petrificados al borde del camino,
y allí, sola, lenguaje callado de una mujer con su paso eremita,
alta, como un río arrastrando hojas de la orilla,
como si el frío fuese una capilla
lejana, un pensamiento abandonado.
Arriba, el gris de la paloma inaugura la mañana
y aquellos pasos solitarios junto al viento,
es otro sacrificio que nos eleva hasta la madre dolorosa,
pasión que alza sus manos con peso irresistible al cielo.

Aquí, un gato de ojos amarillos mira mi soledad,
la mujer alta se aleja.


© Daniel Arias