EL SINFÍN DE LA CEGUERA
Duele el arco de colores
el que absurdamente nace sin la lluvia
duele
el acordeón de Jaime
el saxofón del fondo
el quejido de las sombras
la taberna de enfrente
las alcobas.
De ella será
el faro
la piedra lunar
los hongos de las esporas amarillas
Como negar al padre
al hijo
la nostalgia
el movimiento perpetuo de los astros.
Impacta la profundidad del cielo en Mamalluca
las tres marías
Canopus que mira en la constelación Cariana
la trayectoria de Sirio y el sin fin de la ceguera.
Hoy
en la inmensidad de un terreno pedregoso
camina con el dolor del que se queda
y el universo
es un hermoso fantasma de cometas.
© Roberto Reséndiz Carmona
Hermoso poema. Aprovecho para mandarte un cariñoso saludo. Nunca olvidaré Zamora, nunca despertaré de la hipnosis que provocó en mí el lago de Camécuaro.
ResponderEliminarHay poemas y palabras que duelen, y se quedan en la piel.
ResponderEliminarAbrazos.
David Rosaes
Desarrollo de los sentidos, gran visión del poeta.
ResponderEliminarBesos
hermoso, hermoso!... me sublimó la última estrofa! imperdible el texto!
ResponderEliminargracias, francisco