Lo que se
deja atrás
de vez en
cuando nos pisa los talones.
Verónica
Peñaloza
Ahora te digo estás?,
Más tarde me contestás toc, toc
en el permanente desencuentro
de tiempo, kilómetros y sueños
y nuestros hijos no son nuestros hijos.
Aunque todavía nos espere la esquina de
Roma
y el azar entre los dedos
y nos amemos en los labios jóvenes
de las madrugadas de Floresta,
en todas esas primeras veces,
en el tobogán de los 20
y los insectos y la risa y la rabia,
en las ostras con sus perlas y
silencios,
entre la humedad de las ramas que
juntamos,
pegados los mimos
al passepartout celeste del cuadrito
que dejaste porque tu valija no tendría
paredes,
en la esquina de la iglesia redonda
donde queríamos casarnos
ahora, más tarde, siempre
tan hombre
frente a lo absolutamente olvidable
a pesar de lo que insista
esta mala necia ley.
© María Laura Coppié
ResponderEliminarSí. Era otro tiempo, mucho más amable, mucho más bueno.
Y tu poema, desgarrador y dulcísimo.
Un abrazo,
Alicia Márquez
Conmemorar otros dias que pasaron y dejaron huellas , casi todos sucumbimos ante eso, me gustó el poema
ResponderEliminarmaria elena tolosa
Los recuerdos de lo que no fue en tu poema que nos lleva a otros recuerdos.
ResponderEliminarAbrazos
Elisabet
¡Muy bueno! Involucra al lector desde el principio, y le llena el alma de nostalgia. Tantas cosas hubieran sido posibles... pero se abandonaron, como si el tiempo -más adelante- fuera a permitirnos recuperarlas. Es una poética declaración de que hay que vivir cada instante como lo que es, único, porque una vez que pasó, es irrecuperable. Muy eficaz, la acidez de los últimos versos. Un abrazo. Adriana Maggio
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