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11/12/12

Poema de Amalia Mercedes Abaria


EL HOMBRE CELESTE 

Solía aparecer temprano
en el microcentro
rodeado de burbujas
y rayos como luces,
de costado,
repentinamente
en Corrientes y Maipú. 

Por eso algunos sólo advertían
el halo burbujeante
y la melodía acuosa
de su presencia fugaz. 

El hombre celeste
guardaba semillas
y pequeñas flores en sus manos
nunca vistas,
transparentes, blancas
como su melodía. 

A veces, llevaba un perro
o un gato tan cerca de su cara
que eran uno  solo,
el mismo aliento. 

No se escuchaba un ladrido
sólo el aliento
y el gato, también,
lo miraba y parecía amor. 

El hombre celeste desaparecía
repentinamente
y muchos lo esperaban
hasta el amanecer. 

Un día fue su último día. 

Y fue triste, muy triste,
porque las semillas y las flores extrañas
volaban como remolinos
y la gente se agolpaba
ahí en corrientes y Maipú
para ver a un gato y aun perro
que lloraban.

 

© Amalia Mercedes Abaria

2 comentarios:

  1. Hola querida Amalia: Ese hombre celeste que describís es como tantos seres que pasan inadvertidos, y son realmente emisarios de luz. Quienes lo advierten? Como bien lo decís, los perros y los gatos. Un poema con un mensaje sencillo y a la vez fuerte, con una esperanza y una advertencia.Como bien lo dijo el Principito cuando advertía "Lo esencial es invisible a los ojos". Un beso grande Irene Marks

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  2. Que dulce querida Amalia... una historia entrañable relatada con vuelo poético
    gracias!

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