4/11/12

Poema de Sonia Rabinovich


Arbol genealógico


En el cuerpo las palabras no dichas

debajo de la piel blanca y el cabello rojo
un túnel de vacío 
Una rama en Polonia y otra en Rusia
pestañas invisibles
y ojos alga de mares tan lejanos
Tradición de pan sin levadura
humedecido en las bodegas de los barcos
Sin haber escuchado las palabras
se respiró el dolor
Y entre las grietas de las fotos sepia
 se huele el exilio.

 

© Sonia Rabinovich

                                                                    

6 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Un paisaje maravilloso, un barco de palabras ante mis ojos y el placer de leerte querida Sonia.

Lily Chavez

5 de noviembre de 2012, 9:34  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Un paisaje maravilloso. Un barco de palabras pasando ante mis ojos y el placer de leerte querida Sonia


Lily Chavez

5 de noviembre de 2012, 9:35  
Blogger Isabel ha dicho...

Querida Sonia, me alegra ser la primera que hace el comentario. Es poema es estupendia,con ese final zepia, ese olor a exilio. Es un cuadro que no por ser repetido pierde valor en este país de inmigrantesMuy buen poema donde has aglomerado todo, la huída de lor `progroms, el pan judío y el exilio de generaciones y generaciones.
Y todo con la poesía que es ptrp emfpqie deñ dplor.
Abrazps
Isabel Llorca Bosco

5 de noviembre de 2012, 16:24  
Blogger Isabel ha dicho...

Querida Sonia, me alegra ser la primera que hace el comentario. Es poema es estupendia,con ese final zepia, ese olor a exilio. Es un cuadro que no por ser repetido pierde valor en este país de inmigrantesMuy buen poema donde has aglomerado todo, la huída de lor `progroms, el pan judío y el exilio de generaciones y generaciones.
Y todo con la poesía que es ptrp emfpqie deñ dplor.
Abrazps
Isabel Llorca Bosco

5 de noviembre de 2012, 16:24  
Blogger Gastón Sequeira ha dicho...

Te felicito , muy buen poema.Un abrazo. Gastón Sequeira

9 de noviembre de 2012, 11:07  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Que gran poema es este, tiene ritmo, fuerza, sonoridad, simbolos, me quito el sombrero
Con admiración
Walter Mondragón

22 de noviembre de 2012, 18:11  

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