Puedo oír los perros a la distancia, antes de dormir.
Y ellos me consuelan, consuelan a mi corazón cojo
y me hablan de lo único que tiene valor.
Testimonios austeros de la vida, un sacudir de
ramas en los días obedientes.
Como el sonido de una flauta en la noche débil,
como un humo herido por la ausencia de luz.
Viajaré por la página de la noche sin mentir,
viajaré otra vez por mi río barroso que se cree mar.
Y mañana, en mi taza de niebla en la cocina,
como todos los días oscurecidos por la lentitud,
veré la simetría.
© Paulina Vinderman
Un poema lleno de nostalgia y romántcismo con un final feliz
ResponderEliminarmaria elena tolosa
El viaje, recorrido infaltable en tus libros. También desborda tu escritura concentrada y ascética por la página negra del blog.
ResponderEliminarViaje por la noche y el río para encontrarte después desayunado en tu cocina, y descubriendo las simetríasa que los dían resentan para ser sopotables.
Poeta de la noche y del día, ladrido de perros que es como tener compañeros de verdad. Tal vez miedo.
Toso brilla en tus austeridades, hasta esa niebla.
Un beso
Isabel Llorca Bosco
Los verdaderos viajes transcurren en los mares interiores. Magnífico.
ResponderEliminarClaudio Simiz