Esa mujer
(tierna, inestable)
va detrás de la
sombra de un perro más viejo
que el mundo
y escribe la
historia del vendedor de escobas
como si fuera un
ensayo sobre la noche.
Esa mujer tiene
a veces
un brillo de tornasol
sobre su nuca
Sólo a veces,
porque los días
lo esfuman durante el destierro,
durante la
derrota,
la derrota que
se enciende puntualmente
entre las
columnas jónicas -imaginadas-
a la hora en que
el sol se cae,
en que el sol
parece caerse para siempre.
("La última
vez que nos vimos
ibas a contarme una historia, dice.")
Querida Paulina; la fuerza de tu poema es su debilidad, su delicadeza, el triunfo de lo frágil, lo inasible, que se yergue triunfal en quien "va detrás de la sombra de un perro más viejo que el mundo", la que conoce la "derrota que se enciende puntualmente" y sin embargo "tiene un brillo de tornasol sobre la nuca".
ResponderEliminarEl final es digno de los grandes amores de la historia, los que se interrumpieron trágicamente, los que tenían algo para darse y no pudieron hacerlo.¡ Muchas manzanas, eternamente, manzanas de tu magia!
Irene Marks
Meláncolico poema, un abrazo Paulina,
ResponderEliminarSilvia Loustau
Querida Paulina, cuéntame una historia. Te quiero te admiro
ResponderEliminarAndrea P
Una verdadera joya de poema.
ResponderEliminar"La derrota se enciende", qué bueno, Paulina. Torna el sol, siempre. Nos vemos. Esperame. Un beso
ResponderEliminarIsabel Llorca Bosco