Si el ciego sabe que la oscuridad es una luz que no espera,
si el ciego sabe que los sonidos son una forma de guardar la extrañeza
en el oído,
el ciego sabe
que la música habla de una especie de universo ya extinguido.
Fue cuando los hombres no quisieron ver más la rotación de los días y
las noches
y se llagó la piel de la fotografías
y desapareció el tan dulce engaño de las cosas.
El ciego no sabe
que también la música ha dejado de servir
para los ciegos.
Dice la música:
ya no hay nada que hacer.
El peine al peinar arranca pedacitos de cerebro,
hay una araña escondida en los cajones.
(En los cajones aguarda
el temor de los ciegos,
el miedo
de la música).
O es la enorme tristeza.
© Liliana Díaz Mindurry
Me gusta. Muchas ideas o luces. Un chisporroteo poético. Desasosiega.
ResponderEliminarUn menaje profundo, con la poesía como elemento para dejar constancia, sabiamente manejada. Como siempre deja huella una buena poeta.
ResponderEliminarSusana Giraudo
Liliana, siempre te digo que sos una genia, de todos modos, cada vez que te leo, me seguís sorprendiendo con tu inteligencia y sensibilidad
ResponderEliminarUn abrazo inmenso y mi cariño