Prosa de María Teresa Andruetto
Películas
En mi pueblo había un cine. El dueño saludaba
a los vecinos como un cura a la entrada de su iglesia
y era el cine, en verdad, como una iglesia
a la que íbamos, por la tarde, los domingos. Estaba
sobre la ruta, frente a los trenes que cruzaban
la llanura. Por el veredón paseaban las parejas
con cucuruchos de helado y escuchaban los hombres
el partido en pantalón de baño y camiseta. En el atrio
había un kiosco y en el kiosco una mujer vendía
titas y rodhesias. Con vestidos de piqué, los domingos
por la tarde las dos íbamos al cine, a ver a Marisol,
a Doris Day, a Joselito. Un día no llegaron
las películas y pasaron un drama en blanco y negro.
Recuerdo a la salida la cabeza borracha, el veredón
donde arrastraban su tedio las parejas, los hombres
traspirando sus camisetas de tira y los camiones
que rugían por la ruta, con las luces encendidas,
las primeras de la noche que llegaba.
© María Teresa Andruetto
4 comentarios:
Buenos recuerdos en un buen poema
Abrazos
Betty
Tu voz me dice todo esto al oído, y yo sé que es verdad que la Andruetto no miente y me quedo sonriendo, como un niño cuando le contaron un hermoso cuento.
Lily Chavez
Un hermoso poema, que, para mí, poetiza la pérdida de la inocencia. El clima no es el mismo, después del drama en blanco y negro: la cabeza está borracha, los camiones rugen, y la armonía cede el paso al tedio y a la noche. Me gustó mucho. Un beso grande. Adriana Maggio
Coincido con Adriana, poema expresionista, apabullante en la sencillez de su evocación.
Claudio Simiz
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