
Estaba destinada a esta lluvia que te desdibuja,
a estas cartas que se oscurecen como el día.
A estos almacenes para comprar lo imprescindible
en la fuga de tu tiempo, las luces frías de tu tiempo.
Las palabras saben rezar al final de la noche;
debajo de mi almohada, como dientitos de leche.
Acumulo estrofas en mis provincias (país de los
vencidos, provincias inciertas mi memoria de esparto)
mientras los ojos de la lluvia ocupan mi lugar
y me ven siempre en el eco del transbordador
dejando el muelle.
En la gaviota torpe en tierra, que ni me mira,
en los paréntesis que guardan mis secretos con
elegante resignación de viajero apagando su cigarrillo,
antes de subir.
© Paulina Vinderman
Estabas destinada a ser poeta ¡Aplausos!
ResponderEliminarQue escena para celebrar la tristeza Paulina, conmueve tu poema
ResponderEliminarIgnacio
Genia! apagando cigarrillos...impresionante!
ResponderEliminarlas palabras saben rezar a la orilla del sueño, que bien querida, me encantó el conjunto del poema y en particular es momento.
ResponderEliminarGracias
Walter
ResponderEliminarUn gran poema, muestra de lo que fue y la realidad de ahora.
Carga silencios y también ausencias.