Poema de María González
Lentamente
Se desvanece la inocencia en la lenta agonía,
desarmando el pulso lento,
desde el más íntimo secreto
de unas manos que armonizaban las formas,
cuando el cielo aún... no se dormía.
Y el silencio febril de tus labios
desató el amanecer desnudo,
de tus ojos en mi frente
y el aliento
sucumbió en la sangre sedienta de mi nombre,
como flor abierta al borde del abismo.
Distraído el tiempo
se asomó a mis sueños
cuando ya casi caía la tarde
y abrí mis ojos
para después querer estar dormida
y dar paso a ésta realidad desnuda
que sucumbe en el aliento de tus sienes
cuando baja mi aire por tu pecho
y las yemas de mis dedos
se pierden en tu ombligo
para morir
en el enjambre de tu vientre.
Y todo se conjuga
absorbiendo los sentidos
y las notas de un piano caen,
como cae el lento adagio.
Puedo morir en tus brazos
... y vivo.
Palpo la noche que se acerca
y me aparto de ese aroma a chocolate
que deja tu piel enfurecida
entre los muslos tibios, debajo de las sábanas
y ya no existo como un presagio
tan sólo me deshojo entre tus manos
como se deshoja... la rosa en el otoño.
© María González
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio