10/4/12

Poema de Celina Vautier


Música, música…

Escuchando la Oda a la Alegrìa
de la IX de Beethoven

La música se eleva al infinito. Sube
y con ella mi alma canta un himno de vida.
Lágrimas de emoción caen muy lentamente
sobre el corazón que arde en ansias de pasión.
Danza corazón niño, danza con alegría,
vuela, corre, y juega con las nubes,
súmate al Universo, libérate de lazos,
ama, gime y festeja. No estabas muerto, no,
tan sólo adormecido. Soplo de primavera,
calor del sol de invierno renacido,
flores nacen de ti, y florecen mis manos,
mil pétalos de rosas se enredan en mi pelo,
ebria de su perfume, ebria de su color,
dejo que me acaricie la caricia del viento.
Ya no soy sufrimiento, tan sólo soy amor.

© Celina Vautier

3 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

David A. Sorbille dijo...
Estimada Celina: gran poema! Te felicito. Un abrazo

12 de abril de 2012, 16:44  
Anonymous Anónimo ha dicho...

¡Qué maravilla, Celina!
No es difícil adivinar ese himno en tus palabras llenas de belleza.
Aplausos, bises y besos
María Rosa León

15 de abril de 2012, 4:57  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Sin duda la música suscita el deseo y la vida y tu poema que es un raptus glorioso.
W.M

15 de abril de 2012, 15:41  

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio