Prosa de Sonia Quevedo
EN EL CAMPO DE BATALLA
En los campos de batalla expectantes, temerosos y en silencio camuflados, antes del enfrentamiento los dos bandos escuchan lloriquear a un neonato; con débil exhalación protesta el recién parido al sentir caliente aun la sangre tras el combate.
Proyectase una imagen cansada entre las hojas secas arrancadas por el viento para formar un camastro; es la forma que florece de una madre adolescente oprimiendo a su tesoro contra la piel, susurrando en bajito imaginadas canciones encubriendo con ellas el tronar de petardos, granadas, minas y metrallas.
Sin tocar aún la luz sus ojos, el recién nacido presiente el desgarrarse del suelo y cielo; el inconfundible olor de los Galil M-16 y el aterrador sonido de los artillados Cobra. Bienvenido al mundo guerrero; dice el padre y sigue con su camuflado, gran sigilo y a rastras.
Hoy con la metralla silbando por arriba, por abajo, en diagonal y hacia el cielo, esta vida que comienza su territorio ha marcado antes de cruzar trincheras en los brazos de la madre. Madre color de cobre y mestiza; madre como cascabel reptando para evadir con astucia minas, balas, trampas, cercas de púa y sembrados de bambú astillado a medida que resbala por la sangre derramada; la de sus hermanos muertos.
Por los campos de batalla la adolescente se ve, con su piel sabor a miel, color de cobre y lactando, permitirle al olvido recostarse en su camastro.
© Sonia Quevedo
3 comentarios:
Querida Sonia. Este es un escrito golpeador, doloroso y tan real como la guerra. También se siente impotencia. Los jóvenes, los niños, las victimas inocentes de la barbarie.
Qué buen texto!. Besos sensibles.
Andrea
Alucinante y demoledor.
Fuerte, duro, novilizante. Muy extremecedor tu poema. Gracias por la brillantez de la palabra. Antonio.
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