Poema de Álvaro Baltazar Chanona Yza

TURBIEDAD.

Desligar los espinos de mi boca de su apartado origen
que todo lo desdice, de ese polvo oscuro de las cosas
que voy pisando de regreso a casa
produce un escozor en los pies y en la cabeza
como el que vanamente se oculta, en la suciedad del mundo
bajo las uñas torcidas de los reos
condenados a cadena perpetua…

También duele la noche sin pájaros para la disipación
como el viento que golpea la puerta
después de haber sepultado
a nuestros hijos…

Son lazos que no tienen certidumbre bajo el sepulcro
que la lluvia ha construido con la sed
del agua increíble…

La nada es un barro espeso que inmoviliza la lengua del asombro
lastimada de insomnios memorables y fisuras
que no saben que decir…

Vertiginoso brebaje de dagas y cristales rotos
que llenan con su cansada turbiedad
el cáliz sin fondo de la vida…

Un lecho de rotas osamentas, sobre el que dormimos
rigurosamente anestesiados, un festín de gusanos
que se alimentan de heces impuras
de grandes trozos de carne que ya no tienen movimiento…

Cenizas de verbos y vocales que la muerte usa
para señalarnos, junto a los sueños vertebrados de la ira…

Si pudiéramos romper un poco la rutina, entonces,
sólo entonces, dejaríamos de ser ese pretexto inútil
sobre el cual se orinan los poetas ebrios
y vacíos…


© ALVARO BALTAZAR CHANONA YZA.
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