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19/2/12

Poema de Marta Ortiz


La ventanilla del colectivo
hojea para mí
un cuento de final abierto:
por el cristal viaja
oscura la mancha de los árboles,
trafican cargadas las nubes
y la luz prematura
en el foco de alumbrado
dice lluvia
y la noche borrará el día.

Desde la jaula del afiche
la modelo francesa ofrece medias
(pura lycra italiana)

la modelo de mirada
antropófaga.

Un caos en el recuadro
de la ventanilla.
Un caos dentro de mí.
Como si leyera un Aleph.

© Marta Ortiz

7 comentarios:

  1. milagros rodriguez20 de febrero de 2012, 0:13

    Buenísima instantanea

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  2. Muy buen poema pegado al vidrio vertiginoso de la literatura. nCoo sólo se mira sino que suena estupendamente bien.
    Con afinidad borgiana
    Isabel Llorca Bosco

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  3. Hola Marta: En este mundo que se refleja tras la ventana del colectivo brilla el movimiento y el devenir de la vida, con su nexo con la naturaleza y las referencias generacionales que brindan los afiches (que nos remiten a un tiempo y a un lugar por la mercancía que nombran). La fugacidad de lo permanente , lo permanente de la fugacidad.
    Logradísimo. Con mucho cariño Irene Marks

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  4. Querida Marta,
    hay imágenes muy fuertes en este poema, que despiertan en mí ecos de esa mirada niña, que se permitía y aún se permite, contemplar a través de las ventanas del cielo, y veía pasar las nubes como personajes de un cuento o de una leyenda. Con un remate contundente y muy sabio. Felicitaciones!
    Un abrazo

    Elisa Dejistani

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  5. Querida Marta: me encantó tu poema, me sigue maravillando ver el mundo a través de la ventana del colectivo y los procesos interiores que tienen lugar en esos momentos....intereante la analogía caos externo-caos interno, muy interesante, para releer, un beso grande, María Chapp

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  6. Muchas gracias Milagros, gracias Isabel, sí, la asociación con el aleph tiñe todo el poema.
    Irene, tus lecturas son siempre exhaustivas y ves y devolvés aun lo que quien escribe no vio y sin embargo después dice: tiene razón, ¿cómo no me di cuenta antes? Gracias.

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  7. Gracias Elisa, por tu lectura y devolución, por traer asociado a mi poema el eco de tu mirada niña, que coincide con la mía. Y gracias María, desde tu experiencia valorizaste la dialéctica del adentro y el afuera en quien mira, como el yo que escribe el poema. En las miradas de ambas advierto con alegría que el lector está incluido en la experiencia poética, conditio sine qua non para que exista el poema ¿no es así? Abrazo

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