Pro – vocativos sin reservas
VII
Ven. Entremos a juicio.
Tú y yo, con el sol de testigo
y el sinsonte que canta en la rama.
Ven. Hay descanso de tanta miseria.
No miremos al Norte
Ni dejemos que el Sur nos engañe.
Hay un mar sin orillas,
de mareas y espumas eternas
hay silencio anterior a las voces
un silencio eludiéndonos
sublime y necesario.
Ven. Estamos desnudos.
En las manos llevamos la marca
de un árbol perenne
que florece una vez, en la vida.
© Jennifer Moore
Hermosa invitación de la primera o de la última o de alguna mujer de la historia que, sin miedo, halla descanso en su pareja y en el amor.
ResponderEliminarLa palabra VEN está muy bien puesta, pues no sólo se refiere al verbo venir, sino que la podemos referir a ver, a estos seres que no miran si son vistos sino a ellos mismos y que no se avergüenzan de su desnudez.
Un logro, Jennifer.
Isabel Llorca Bosco
Muchísimas gracias por tu mirada profunda y el tiempo dispensado. Un gran abrazo, Isabel.
ResponderEliminarMagnífico.
ResponderEliminarLa pureza y el erotismo de la mujer al desnudo, sin épocas, sólo ellos, con el sol-testigo y el ave en la rama; tan natural y sugerente que conmueve.
La imagen ya nos introduce en esa sensación de belleza.
Va un abrazo
Betty
Imagen y poema, una combinación perfecta, que se traduce en belleza. Abrazos
ResponderEliminarMaria cristina Fervier
Bellísimo Jennifer!!! la comunicón de los amantes en un tiempo que es perenne!! Un abrazo, María Chapp
ResponderEliminarHermoso, tu poema. Delicado y ardiente. Bella filosofía que nos haría más felices si tuviéramos la capacidad y la sabiduría de llevarla a cabo. Muchas gracias. Un beso. Adriana Maggio
ResponderEliminarHermosa poesía, en la delicadeza de su llamado, en su invitación tan femenina a entrar en otro modo de vivir y gozar.
ResponderEliminarLas miserias, los engaños, los excesos del sonido, van cayendo como el ropaje de los amantes. En esa suspensión, vibran el mar sin orillas, la majestuosidad de la naturaleza rescatada, el silencio que permite escuchar quizás latidos, susurros, la desnudez conmovedora del amor.
La disfruté mucho!
Un abrazo
Amalia Zacoutegui
Betty, Maria Cristina, Maria Chapp y Adriana Maggio: queridas amigas, muchas gracias por compartir y comentar sus impresiones y esta oportunidad de conocernos a la luz del Arte. Gracias y un abrazo grande desde Miami.
ResponderEliminarBelleza Jenny
ResponderEliminardesde graciela abrazo
Jennifer me quedo con la ultima estrofa de tu hermoso poema "En las manos llevamos la marca
ResponderEliminarde un arbol perenne que florece una vez en la vida"
Te felicito con un abrazo.
Carmen Amato
Jennifer, hermosa poesía sin ningún tipo de pecado original, dejemos que el árbol de sus frutos.
ResponderEliminarexcelente poema, creo en él,
ResponderEliminarAlicia Pastore,,,
Querida Amalia, me ha conmovido tu mirar tan hondo hacia el interior del poema. Muchas gracias! Un gran abrazo.
ResponderEliminarCarmen Amato, gracias!, un beso.
Buena observación, Ricardo, ya de eso se ha hablado demasiado. Gracias por tu paso, amigo. Fuerte abrazo.
Alicia querida, y yo creo en esa palabra buena que siempre tenes a flor de labios. Gracias, amiga. Abrazo inmenso.
Jeniffer
Hermosísimo poema, Jeniffer.
ResponderEliminarTodo florece una sola vez en la vida y qué bueno darse cuenta y entregarse, participar de ese florecer.
Un gran abrazo
Susana Giraudo
Jennifer, querida e inolvidable amiga. Los pájaros, la vegetación, siempre habrá algo natural que exprese tu hermosa alma. Los hados del poema siempre revolotean entre tus manos, y así, los transformas en belleza que habita. Te abrazo. Tony.
ResponderEliminarSusana, gracias por venir a compartir estos sencillos versos. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarTony, entrañable amigo, es un placer recibir tu aliento constante. Un abrazo de corazón agradecido.
Y sigamos celebrando la fiesta de la palabra.
Jeniffer
Una invitación única.
ResponderEliminarUn lujo leerte!!
Un abrazo
Querida Nerina, muchas gracias por tu paso. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarMuy buen poema, Jeniffer, que me habla de esencia y de lazos fuertes.
ResponderEliminarUn gran abrazo.
David Antonio Sorbille dijo...
ResponderEliminarMuy buen poema, Jennifer!