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19/8/11
Prosa de Sonia Quevedo
MUERE SOLO
Muere un hombre solo cada minuto y en cualquier lugar, mientras en la calle sus hijos juegan imaginando amplio el solar; el mismo que un día sin tiempo para pensar, simplemente abandonaron porque la guerra llegó.
Su mujer ahora sola en agonía, abandonada y con tristeza canta su desamparo, recostando la encorvada espalda contra el poste del semáforo en rojo; y como crucificada, brazos y las manos abre esperando recibir, unas cuantas monedas, o, en su defecto, el más sonoro madrazo.
Duele su vientre vacío y el de sus hijos también que agritos están pidiendo, solamente, comer. El frío que ya no aguantan azota y cada vez duele más; cala los huesos a fondo, la piel cambia de color y sigue el hambre mordiendo sus tripas sin caridad.
Otro hombre muere solo al paso de los segundos siendo otra la hora y otro el lugar señalado; pugna ahora la lágrima retenida en su lagrimal, como lo hicieron las otras en otros, hasta, por inercia rodar. Caen las manos, cae el cuello, flojo el cuerpo y pesado se resbala desprendido del semáforo en rojo; relajado, descolorido y muy frío, sin palabras nos cuenta que para él o ella; así de sorpresivo y simple, desgarrador el final ha llegado.
En la calle siguen sus hijos jugando como si se tratara de aquel enorme solar; el mismo que hace ya tiempo, la injusta guerra minó.
© Sonia Quevedo
Algunas veces la valentía se da la mano con el talento narrativo. Un texto de una poética desgarradora, una denuncia con tono de elegía. Raro privilegio: encontrar el brillo de una gema en el basural de la guerra.
ResponderEliminarElogio tu comentario al texto de Sonia, Ricardo, y es verdad. sólo la extrema sensibilidad puede adentrarse en ese submundo y plasmar el dolor de tal manera.
ResponderEliminarA veces diera la sensación de que la humanidad esta en una interminable guerra. Un absurdo.
Gracias Sonia. Besos
Andrea
Me conmovió. Le di una segunda lectura y con el ánimo más frío igual me conmovió.
ResponderEliminarUn abrazo
Betty Badaui
Amigos del alma:
ResponderEliminarReciban mi agradecimiento y abrazo,
por detenerse en mi espcio.
Sonia