Poema de Rogelio Ramos Signes
Acerca de una foto al pie del Tunari
La que sonríe sutilmente en la fotografía
frente a los portones
de la granja Patiño, en Pairumani,
es Marlén, de 14 años,
hija del señor Muriel
(desconocido por este cronista)
y de doña Etrudes Calatayud
(también en la foto)
48 años, desdentada ya,
de diestro y jocoso quichua.
A su lado, la señora Felisa
vecina del poblado de Vinto
de multisonoro aymara.
(Se dice que la
alcaldía de Vinto levanta una capilla
en honor a la Virgen de Urkupiña
con dinero del gobierno italiano.)
Y cerrando el grupo, Juan (el conductor del trufis
en el que viajamos esa tarde)
hombre de Quillacollo, silencioso aunque trilingüe.
El sol,
que en Amsterdam (dicen)
da su exacto color a las cosas,
o que en Lisboa elimina los tonos medios,
es un cuchillo de luz en Cochabamba,
un fantasma de vidrio
que ingresa en la cámara oscura
de tu máquina fotográfica,
un emisario del Inca
viajando en los destellos del tiempo.
Tierra aquí
tierra allá,
rota una y mil veces
el planeta en todas sus partículas.
Al fondo de la vista:
el pico del cerro Tunari
(5.000 metros sobre el nivel del mar)
telón exagerado, si se quiere
para fotografía tan modesta.
© Rogelio Ramos Signes
Etiquetas: Rogelio Ramos Signes

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