Poema de Daniel Arias
Aquí nadie duerme,
la ciudad con los escombros del día
reposa como un pájaro alucinado,
el silencio del asedio se extiende
en un paisaje de murallas
no se debilita ni amaina ni promete,
hace su esforzado trabajo destructor.
Amanece,
los peregrinos ahogados
por el veneno del maquillaje,
los arrojados a la tempestad,
los de mejillas oscuras,
los que desean ser libres,
todos en un canto coral,
arrodillados en largas filas
nos inclinamos en la esperanza,
somos huéspedes de la tierra
y ya no tenemos temor.
© Daniel Arias
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