Poema de Mabel Sierra Karst
Tus palabras
No escuchar tu voz
al nacer el día
como en las mañanas
de mi infancia
cuando las horas
eran largas,
la luz del sol caía
sobre tu vestido
y aún no imaginaba
el peso de la ausencia.
Qué hacer con el silencio
que me dejaste,
la luz de agosto
perdida en las veredas.
Cerrar los ojos
al amparo de un aguaribay
mecido por el viento
y desde allí regresar
a los rosales y las uvas,
a las siestas doradas
en la casa pequeña,
a tus manos tejiendo
mi corona de hojitas y flores
y a tu mirada
que brillaba en un espejo
cuando secabas la lluvia
enredada en mis cabellos.
© Mabel Sierra Karst
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