Texto de Hugo Francisco Rivella
Un Cristo sin edades vino a pisar la tierra, fue quizás,
Téotl, Quetzalcoalt con sus plumas brillantes, Viracocha en el fuego del lago
Titicaca, Bachué, la madre, con los pechos desnudos, Ñamandú en la Amazonia con
el trueno y el río, los peces de colores subiendo por la luna hasta el pozo
sagrado del muerto y sus oficios. Ngenechen
con el tiempo reciclando la lluvia.
¡Ay, Padre de los Tiempos!
La palabra es espina en mis ojos, el mundo, el amor que en
la tierra va nombrando las cosas, el mar, la ciudad con su mugre, el asesino a
sueldo,
el cóndor con la noche, la luz que se desploma cuando le
hundo mis manos.
De barro la costilla que vive entre nosotros.
© Hugo Francisco Rivella
Etiquetas: Hugo Francisco Rivella
4 comentarios:
Bellísimo como toda tu poesía querido Hugo . Qué hermoso rescatar las antiguas tradiciones y enhebrarlas con el presente
Leonor
Hugo 💔 inmenso poema.
Versos muy emotivos !!!
"¡Ay, Padre de los tiempos!"
Evocación ancestral y universal.
Celebración y bendiciones!
Te abrazo grande
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