24/1/25

Texto de Patricio Emilio Torne

 


RACHAS

Esos días donde las cosas, más que nunca, se ven atraídas por la fuerza de gravedad, y se nos van de las manos, estallan contra la dureza que les devora las formas. De algún modo, ellas provocan su final. Empieza con un vaso, le sigue un plato; una taza del juego que te regalaron y vos nunca usabas; un objeto de cerámica que hasta ese momento no significaba nada. Ni el clima, ni las estaciones tienen que ver con esto, es como si un maleficio despierta de repente y todo se desencadena. El tacho de basura espera sus restos como una fosa común. La lámpara del baño, y a esa, otra de la cocina, hasta que vos no querés prender ninguna por miedo a quedarte a oscuras para siempre. Así enero, y esos seres amados que fueron partiendo. Huecos que la memoria no alcanza a rellenar, Uno sabe que lo de ellos es definitivo, no te sale pensar qué energía, música, o frecuencia se los lleva, y termina repitiendo frases hechas. Entonces viene ese dolor mudo y ciego que te queda en el cuerpo sin permitirte dejarlos descansar en paz. Uno, como puede, se abraza a ellos e inventa modos de celebrarlos, porque sabe que la tristeza no ha de servir para nada.

 

© Patricio Emilio Torne

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