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13/10/25

Texto de María Soledad Gutierrez Eguía

 


NADIE CON MI VOZ 

                                             A Alejandra Pizarnik 

 

Rezo y suelto la cuerda; que nunca digan que esto pasó.

Que la noche opresora duerma en la garganta.

Que beban de mi boca, que se embriaguen de cansancio; que nunca digan que esto pasó.

No es más que la sombra desnuda del viento y mil pájaros crucificados por hilos; cenizal amargo.

Ocúltate del sol; danza la noche; abraza lo oscuro; devora el último miedo como el ave muerta.

¿Quién no teme al ángel del pasmo, aunque fuere con plumas deliciosas; aunque fuere blanco recién nacido?

No sé sino del alba que me nombra; de la bruma horrible y de flores muertas.

Quisiera hablar de la sonrisa. ¡Que alguien me enseñe a ser feliz!

Que no me derrumbe en la que soy cada hora y cuidado de no humillarme ante la lluvia.

Nadie aúlle con mi voz y arrastre mis ojos al cenizal.

Ya me alcé mariposa. El pájaro colérico, ya arrastró mi nombre.

Y lo que muere hoy es más que un desierto de risas.

 

Y que los pájaros rígidos me asistan.

 

© María Soledad Gutiérrez Eguía

9 comentarios:

  1. Muchas gracias Gustavo por tu generosidad de siempre.

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  2. Y que los pájaros rígidos me asistan.
    Excelente tu desarrollo y el remate Soledad.

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  3. Maravilloso!
    Quién no teme al ángel del pasmo...
    Que los pájaros rígidos nos asistan!
    Saludo desde Córdoba

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  4. Excelente poema!! Tremendas imágenes muy bien construidas!! una coherencia interna de todo el poema admirable!! Felicitaciones!!

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