Veo al cuerpo relamer un poco de tierra ámbar y el arco de
la luz: una llamarada casi intacta. La muda sustancia en los suburbios. No
habías perdido, dije, tampoco la ilación de ser yo vos nosotros; sobre la palma
de la mano la epopeya de la vida. Como si corresponder con el tacto a la propia
voz fuera acaso invocarse: santa mujer de piel vencida en la tarde por
instinto.
© Karina Lerman
Precisión rotunda, tu delicado y luminoso poema Karina...
ResponderEliminarSanta mujer de piel vencida en la tarde por instinto...
Gracias!
Gracias Alfredo querido! Saludos
ResponderEliminarQué belleza! Resuena hondo. Gracias, Karina. Fabiana León
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