Del otro lado del mar
uno puede deslizarse en un glaciar,
extraviarse en una biblioteca,
aferrarse al exacto reloj y viajar
por sueños antiguos y cenar pan,
en un refugio de montaña
sacar dolores de la conversación
o entrar al atrio de las trincheras
y jurar con una mano alzada,
recoger fragmentos de campanas
en silenciosas alamedas,
abrir el sextante al campo del cielo
y entrar al sueño de los decapitados.
En algún lugar al norte
la tierra es arada con lluvias de acero,
las piernas y las alas se aturden bendecidas
por esqueletos de arco iris, los perros
mecánicos ladran en nuevas lenguas
y la charla nocturna asoma en umbrales
y nadie sabrá pronunciar tu nombre.
En ese lugar las manos se acuestan
entre la vida y el sueño, el deseo y las ideas,
como una piedra musical que canta
en un río de lágrimas
una canción de polvo y herrumbre
que nadie quiere escuchar.
© Daniel Arias
...como una piedra musical que canta...
ResponderEliminarQué buenas imágenes entregas en tu poema Daniel. Saludo desde Córdoba
muchas gracias Alfredo
EliminarMuchas gracias Gus, te agradezco de corazón tu enorme trabajo.
ResponderEliminarPlenitus de imàgenes y profundo mensaje,
ResponderEliminarAnahì Duzevich Bezoz