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23/7/25

Poema de Hugo Francisco Rivella

 


Escuché las canciones que cantaba mi madre cuando estaba en su vientre

y escuché a las mujeres tejer con retazos la manta de mi cuna

esta flor el arabesco la guirnalda de seda

cada una tejía algodones y sueños en esa ronda inmensa del patio de mi casa

la oreja fue el dibujo de un camino que viajaba hacia mí

al adentro a un túnel de melaza al fantasma extraño de la noche

el yunque y un martillo sonoro en equilibrio con los primeros pasos      

las orejas de oír a la distancia los ayes sin final del torturado el que reza o murmura palabras porque sabe que la horca se cierra en su garganta lo asfixia

y sin siquiera darse cuenta se lo traga

la oreja del baqueano contra el suelo escuchando galopar hasta la niebla

los caballos del muerto que regresa a temblar en la piel de Garabombo

la oreja que descifra la señal del corazón toc toc y da resguardo a la música

que silba el presidiario

la oreja de escuchar como en silencio la palabra va urdiendo mi destino

 

© Hugo Francisco Rivella

3 comentarios:

  1. Excelente, felicitaciones.
    Anahi Duzevich Bezoz

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  2. Inmenso Rivella. Tu voz de toro y trueno entre los ecos de la infancia y los rubíes. Abrazo grande

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  3. Buenísimo Hugo querido!

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