6/6/25

Ana Lafferranderie comparte a Alonso/Ayala/Elbaum

  


y vio, mija, cómo es a mi edad, con unos pesos, pocos

vivir con ellos

no queda otra

que

cuidar al nieto, cocinar

hacerle de sirvienta

como cuando le fregaba los calzones

cuando era chico; era

era tan amoroso

no hacía berrinches

vio, mija, el padre

lo tenía cortito, no daba disgusto

pero

creció-se fue-se casó

y yo le dije: mirá

tenela vigilada

porque mmm no sé

no me gustaba

ninguna me gustaba

para él; le dije

le hablé del padre

pero

que no tomara, le dije

que no chupara

de la manera que había hecho él

y vio, mija

la curte a palos

le da al gurí, pobrecito

y yo, también

de vez en cuando

cobro; a veces

me vengo acá

por unos días

reparto

porque son treinta 

por año

son treinta

mija, la mutualista

¡vio cómo es!

 

© Laura Alonso




las mujeres de mi familia

no se hablan

y si lo hacen

muestran su lengua llena de escamas

sonríen con los dientes afilados

te sirven el té

te dicen

ayer la vi a la hija del primo tal

o

el hijo de mi cuñada

o

¿viste cómo estaba la casa?

 

las mujeres de mi familia

están sentadas en la cocina

se lavan las manos con cloro

se pasan un mate

limpian la bombilla

con un trapo mojado con agua caliente

se lamen la herida con violencia

se lamen ahí

entre el matrimonio arreglado

y el golpe del marido

 

las mujeres de mi familia no se hablan

y si lo hacen

te ofrecen

una caja de bombones

llenos de veneno

 

© Marlene Ayala


 

hundimos nuestras narices en la selva

había llovido solo un rato antes.

casi todo era barro y después

verde.

verde como rayos de sol

vibrantes entre hojas

como pueden ser las nubes en los cuentos, verde fantástico.

 

buscábamos el otro lado del camino,

llegar a la próxima playa

de la isla de la magia -así la llaman. para eso

había que subir el morro:

un espiral ascendente. subimos

guiándonos por el olor a cumbre,

llenando nuestras ojotas de barro.

 

subiendo apareció un mono

colgado de una rama

con los brazos abandonados, como vos y yo

nos colgábamos de juegos en la plaza, de niños.

se quedó en silencio, mirándonos

pesado de humedad. parecía aburrido.

nosotras lo miramos,

le devolvimos el momento que él nos dio

y cubiertas por ese olor dulce y amarillo, nos perdimos.

 

el camino pasó a ser más salvaje, menos

definido. seguimos un surco de tierra negra

mientras los árboles se desperezaban encima nuestro

y nos rozaban con sus hojas las cabezas.

 

ahí caminamos descalzas, las ojotas en la mano

sentimos la textura espesa

del corazón del morro en nuestros pies

deslizándose por los dedos

aferrándose a las uñas:

la sangre de esa tierra impregnada en nuestras piernas.

 

parecieron horas

hasta que se abrieron los árboles

enormemente

y apareció el cielo.

 

estábamos en una península, justo en el medio

de su brazo largo, que lengüeteaba el mar.

estábamos subidas a un morro enorme

y se veían dos playas, una a cada lado. el cielo

era azul y naranja, con nubes diluidas.                            

nos quedamos una hora

como cumpliendo con algo, como si

hubiésemos prometido a alguien

que eso mismo haríamos: quedarnos una hora

reteniendo la cumbre

de un morro que separa dos playas

como el centro de un reloj de arena, como

el resumen de algo muy complejo

que justo en el medio se achica

y simplifica

para ser aún más hermoso.

 

descendimos como habiendo recolectado una pieza

de arte antiguo que no entendíamos

pensando en otra cosa, con hambre.

ya no miramos

los pájaros que atravesaban nuestro camino

haciendo grandes piruetas entre las lianas

ni vimos a los monos vigilarnos de lejos

pero recuerdo a las hormigas

negras, con patas desplegadas

hormigas de selva

hundidas en el barro infernal, tratando de resurgir

de esa vida instintiva y cotidiana

intentando, seguramente

extraer algo más.

 

© Aitana Elbaum

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2 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

qué gusto leer estos poemas.

12 de junio de 2025, 18:25  
Blogger claudia tejeda ha dicho...

poemas potentes!! muy bueno!

gracias
Claudia

12 de junio de 2025, 19:24  

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