A mi compañera de oficina, Ana; in memoriam.
Al empleado del supermercado donde compro (nunca supe su nombre), in memoriam.
La muerte llega como un borrador
desdibujando los bordes de quien eras
.
no hay testigos
no hay lamentos que resbalen
por mejillas ajenas
.
el empleado ausente
cuya distancia es apenas un dato
la silla se llena de otro cuerpo
las manos que escribieron
se olvidan en un teclado nuevo
.
la soledad no deja rastro
y el silencio es el único epitafio
.
sin nombre en los labios
sin lágrimas que griten lamento
en el aire
la muerte te borra
no con violencia
con indiferencia
.
el mundo sigue girando
como si nunca hubieras estado aquí.
© Osvaldo Víctor Fernández
El olvido como destino de todes
ResponderEliminarMuchas gracias!
Eliminar¡Muchas gracias!
EliminarDura lo que un llanto.
ResponderEliminar¡Muchas gracias!
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