Ella cantaba y subían hipérboles hacia la quieta estación
imaginada: un sueño se grabó más allá de los tambores de mi sangre vinosa. Me
fui de mí, bajé al centro y conocí la otra luz de un tiempo erróneo. Ya no hay
ni sombra. Sol de estar debajo de la gota que tiene el océano. ¿Se abre el
horizonte sorprendido de mañanas?
© Gabriel Francini
Excelente. Un placer leerte
ResponderEliminarQué hermoso Gabriel!
ResponderEliminar